Por la ventana abierta entra un exquisito aire de romero,
Los ojos se me abren automáticamente.
Tempranito, fresquito, urracas conversando.
Me levanto de la cama, hago la cama y voy en el salón.
Ahí, Diego sigue con su turno de noche,
muy concentrado en sus pantallas.
Me acerco, le doy un cariñito ,
huele a albaricoque,
su olor natural aun
después de una noche de trabajo.
Le miro la carita: me sonríe extenuado,
pero sigue, algo se ha roto,
trabaja solo y no puede coger pausa…
no se como lo hace,
como consigue encontrar fuerza
de seguir adelante en estas condiciones,
sobre todo que se dio cuenta ja
que esta empresa le va echar.
Su trabajo duro y serosidad
no les importa una mierda.
Preparo un desayuno para que pueda picar por lo menos algo
y me pongo a crear una galleta con fruta de junio.
El olor de galleta viajando por toda la casa
le adujara calmar las heridas psíquicas
que este tipo de trabajo deja
y dormirá, espero que podrá dormir tranquilo
unas horas en aromas de fresa y albaricoque.