Gente, mucha, hablando varios idiomas,
aromas elevados de barbacoa
y música
en cada gran esquina de la calle.
Barrios festivos,
encuentro de vecinos,
cualquiera puede ir.
Y pues he ido yo también.
Se me desplazaban las piernas
como si no fueran mías.
Bailaba bien, por fin.
Gente de todas edades
hacían maravillas con su ritmo
y yo los imitaba.